"A amar no se aprende amando, sino sintiéndose amado" 
(Pepa Horno)
...Metáforas y Meditaciones... 

El niño herido, el apego seguro


El apego es el  PRIMER vínculo estrecho que se establece entre 2 personas, en este caso entre el bebé y el adulto que lo cuida, su adulto de referencia. La figura de apego es el o los adultos a los que el niño se acerca cuando se encuentra en una situación que él interpreta como estresante o de alarma. Se acerca en busca de protección, seguridad, consuelo. El bebé no se vincula a su cuidador porque le quiera sino porque le necesita para sobrevivir.
Se suele crear en los primeros 9 meses de vida. Y, se crea desde la presencia y el cuidado. El cuidado que el niño recibe y el que, desde ese cuidado, aprende también a entregar. Esa relación de apego condicionará posteriormente la forma de construir otros vínculos afectivos y configurará su capacidad de expresar amor.

El niño nace indefenso.
Necesita de los adultos para poder sobrevivir.
Necesita que estos adultos que lo cuidan respondan a sus NECESIDADES BÁSICAS.
Necesidades de tipo FÍSICO (hambre, frío, calor, incomodidad, dolor...) y de tipo EMOCIONAL (necesidad de proximidad, de contacto físico, de miradas y sonrisas, de protección, de seguridad, de normas y límites, de consuelo, de amor, de empatía, de comprensión, de pertenencia, de aceptación, de valía....Se pueden resumir en 2 necesidades básicas: sentirse SEGURO y sentirse AMADO).
Un niño tiene necesidades y necesita de un adulto para satisfacer esa necesidad.

Es importante aprender a escuchar al niño y, sobre todo confiar en nosotros como padres y confiar en el niño.El niño está perfectamente conectado con su cuerpo y con sus necesidades y nos lo hará saber a su manera. Es necesario escucharlo y empatizar con sus necesidades. Cuando el bebé se encuentra en una situación de estrés, se activa su "sistema de apego" de forma automática; ésto pone en marcha una serie de comportamientos (llanto, gritos, pegarse como un "koala"...) que buscan la cercanía y la protección del adulto de referencia. Es una reacción automática de supervivencia. No es un capricho. 
  • Si ese adulto consigue (la mayoría de las veces) descifrar los llantos, las "rabietas", los "caprichos" de sus hijos y responder de manera adecuada a la necesidad subyacente,y apagar así su sistema de alarma, se creará un vínculo seguro entre el adulto y el niño. Este vínculo seguro dará "alas" al niño. Será un niño SEGURO de sí mismo y seguro de su entorno que saldrá a explorar y a descubrir las bellezas de ese curioso mundo. Y será un niño que sabrá AMAR.
"A amar no se aprende amando, sino sintiéndose amado"(Pepa Horno)

Un bebé aprende a amar cuando le han cuidado, cuando le han consolado cuando estaba asustado, cuando le han curado la herida cuando se ha caído.....cuando se ha sentido amado.
  • En cambio, el niño que no ha visto sus necesidades cubiertas por un adulto (de forma repetida) , será un niño más inseguro de sí mismo y del entorno.

Un niño NO LLORA POR CAPRICHO
Un niño no se va NUNCA a mal acostumbrar porque le cojan mucho en brazos y le calmen cada vez que llore.
NO SE MALCRÍA a los niños por consolarlos cuando lloran.
Un niño no aprende a consolarse a base de dejarle llorar hasta el agotamiento o enviándole a su habitación. Un niño aprende a calmarse a base de ser consolado por un adulto empático que se preocupa por él.
Con el tiempo acaba interiorizado este recuso y conseguirá calmarse sin intervención de un tercero.

No se trata de ceder ante todas las demandas de nuestros niños si consideramos que éstas no son adecuadas, se trata de responder de forma comprensiva y amorosa a la emoción, a la necesidad que siente el niño.

Metáforas inspiradoras...
  1. El depósito de gasolina (descrita por Lawrence Cohen en su libro "Playful Parenting")



El adulto de referencia es la gasolina.
El niño tiene un depósito de gasolina que se vacía fácilmente por hambre, por sueño, por un grito, por una caída, por un rechazo, por sentirse aislado, por una herida. Y necesita de un adulto que vaya rellenando su depósito, manteniéndolo siempre en niveles medio-alto.

¿Cómo rellenar este depósito? Respondiendo a las necesidades del niño de manera amorosa y empática, a través del contacto físico (abrazos, juegos, besos, masajes), consolándolo cuando lo precisa, mirándolo con ternura, compartiendo momentos....
No se trata de rellenar su depósito de una vez y ya, se trata de ir rellenándolo de manera repetida a través de innombrables micro-interacciones a lo largo de los años.

Los niños cuyos depósitos han sido rellenados de manera regular crean un sentimiento de seguridad, de confianza. Establecen un apego seguro.
En cambio, los niños cuyo depósito queda vacío durante largos periodos, no se sienten seguros y no se atreven a explorar el mundo con confianza, sienten ansiedad, buscan llenar sus depósitos cogiendo de los otros (a través de la fuerza o del engaño), reclaman constantemente atención....

Los niños con apego seguro, al crecer, acaban aprendiendo a rellenar su depósito cada vez que lo necesitan a través de sus relaciones con sus amigos, a través de la diversión, del asombro, de la motivación, de la autocompasión. Y, generalmente, se sienten tan llenos, que les encanta compartir y dar de forma generosa  a los demás. Viven en un mundo de plenitud.




2. El portaaviones de Nicole Guédeney ("L´attachement, un lien vital")



En esta metáfora, la figura de apego representa un portaaviones y el niño, el avión.
Cuando el niño es muy pequeño, se encuentra casi siempre sobre el portaaviones. No se separa casi nunca de él.

A medida que se va haciendo mayor y que confía en su portaaviones, de vez en cuando, sale a explorar el mundo. Llena su depósito de amor, confianza y seguridad encima del portaaviones y después sale a volar y a explorar el mundo, sin quitar ojo al portaaviones.Cada cierto tiempo vuelve para rellenar su depósito.

Esta metáfora nos permite entender porqué nuestros niños que están tranquilamente jugando en su habitación, cada vez que nos ponemos a hablar por teléfono con algún amigo o cada vez que vamos a atender al hermano, vienen corriendo en busca de su portaaviones, que está siendo ocupado por otra cosa y sienten miedo.
Es una reacción automática, instintiva, es una reacción guiada por su cerebro primitivo y emocional. No lo hace para fastidiar. Su sistema de apego siente peligro y se activa.
Si en esos momentos les respondemos de manera empática, cercana, con comprensión de lo que está necesitando, con una palabras o una mirada cariñosa, ésto rellenará de nuevo su depósito y podrá volver a salir a explorar ("Veo que me necesitas. Mira, ahora estoy con tu hermano/al teléfono y en cuanto termine iré enseguida a estar un rato contigo, sólo contigo")

Estas situaciones se producen de forma agudizada con el nacimiento de un hermano pequeño. En estos casos es importante dar seguridad al mayor poniendo palabras a su sentir: "En muchos momentos, mamá/papá no podrá estar contigo ya que tendrá que estar con el bebé y puede ser que te dé la impresión de que de que te queremos menos que al bebé. Si esto te ocurre, vienes a decírnoslo porque esto no es verdad y para mí es importante transmitírtelo". Si el hermano mayor se siente querido, le será más fácil querer al bebé recién nacido.


Un cuento para jugar en familia o en el cole...
¿Has llenado una cubeta hoy? Carol Mcloud


Todos llevamos un balde. 
Un balde invisible.
Te sientes alegre cuando tu cubeta está llena.
Te sientes sólo y triste cuando tu cubeta está vacía.

Cuando tu cubeta está llena, tienes ganas de compartir y de dar a los demás, llenando así la cubeta de los demás. 
Sin embargo, cuando tu cubeta está vacía, te aíslas o tratas de llenar tu balde vaciando el balde de los demás (lo cual nunca funciona)

¡¡Tenemos un gran poder!!
 El poder de llenar nuestro balde o de vaciarlo.

¿Cómo rellenar nuestra cubeta?
La rellenamos cuando sonreímos a alguien, cuando le demostramos que le queremos, cuando nuestras palabras o gestos transmiten amabilidad. Así rellenamos la cubeta del otro y la nuestra propia.
También cuando cuidamos nuestra voz interior y nos ofrecemos autocuidado (ésto lo añado yo, no está en el cuento ;-))
En cambio, cuando nos burlamos de alguien, le criticamos, le juzgamos, o cuando le gritamos, le empujamos, le agredimos, vaciamos su balde y el nuestro.

En casa, a raíz de este cuento, hemos creado nuestro propio balde.

Al acostarnos nos preguntamos "¿Qué baldes hemos llenado hoy?"
Y todas las noches lo rellenamos con papeles donde escribimos los actos, palabras, pensamientos que han rellenado nuestro bote y el de los demás. 
Así, poco a poco, día a día, vamos rellenando nuestro balde familiar... 

Y, tú ¿has llenado el balde de alguien hoy? 
Y, el tuyo ¿cómo está?



Meditación para interiorizar... 
El niño herido, el apego seguro
(Link)




Bibliografía
1. Au coeur des émotions de l´enfant, Isabelle Filliozat (1999)
2. Educando en la alegría, Pepa Horno (2017)


Comentarios

  1. Hola Inés. espero estes bien.Q bonito este post. No lo había leído con tranquilidad y en esta segunda lectura lo he disfrutado mucho. Es importante enseñar y aprender lo importante q es llenar el balde se los demás y aunque lo sabemos igual a veces se nos olvida ... o no le dedicamos el tiempo q deberíamos. Menos mal q estas tu ahí para hacernos ver y recordarnos tantas cosas y ponerlas en valor. Muchas gracias y un abrazo.

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    Respuestas
    1. Hola María José!! Muchas gracias por tu comentario!
      Efectivamente, qué importante es tener nuestro balde lleno y ayudar a los demás a rellenarlo! Son momentos de gran felicidad!
      Un beso fuerte! Y, gracias por estar a ese otro lado!
      Inés

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